Era el debut de Slimane al frente de la renombrada Saint Laurent. Cinco años alejado del mundo de la moda y las pasarelas son muchos para uno de los mejores diseñadores de nuestros tiempos, así que su "rentreé" no estuvo exenta de una gran expectación.
Y más si añadimos el hecho de que el lugar del desfile, no se dió a conocer hasta pocas horas antes de que empezase su show.
Al lugar señalado, el Grand Palais, se acercaron rostros tan conocidos como el de Jessica Chastain, Salma Hayek, el diseñador Marc Jacobs o la modelo Kate Moss.
Como un auténtico aquelarre de brujas las modelos empezaron a desfilar con diseños de estética gótica, con detalles barrocos como pequeños volados en cuellos y mangas o reminiscencias de los sesenta y setenta en rockeros complementos realizados en cuero.
Pero lo que sin lugar a dudas marcó el devenir de la nueva colección de la maison francesa, fueron los sombreros de ala ancha que teñían de sombras y ocultaban parte de los rostros de las modelos. Así como la paleta de colores, dominada ampliamente por el negro y en la que Slimane sólo se permitió cierto atrevimiento, con tonalidades como el verde manzana, el marrón o el rojo intenso, al final del desfile.
Y, por supuesto, los complementos... Los zapatos, muy elegantes y refinados, con altísimos tacones, puntas rematadas en piel y nimios detalles metalizados. Los cinturones anchos, muy anchos, al más puro estilo corsé y con aplicaciones en tachas. Los collares grandes y extra largos, en color dorado y rematados con borlas.
Y por último, las transparencias, los brillos y las paillettes que inundaban faldas, blusas y americanas aportando ciertas dosis de glamour y un aire muy sensual y femenino a cada prenda.
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